CONVERSACIÓN ENTRE ARTURO CALDERÓN, CONCERTINO DEL PROYECTO
CONTEMPOCLÁSICO; RUBÉN YESSAYAN, DIRECTOR ARTÍSTICO DEL FESTIVAL INTERNACIONAL
DE MÚSICA VILLA DE MEDINACELI, Y MARÍA SENDINO, PERIODISTA
Miércoles
16 de julio de 2014
(R=Rubén Yessayan; A= Arturo Calderón; M=María Sendino)
M: Arturo, háblanos un poco de vuestro Proyecto Contempoclásico.
A: Este grupo lo ideamos Alejandro Jassan, director de orquesta argentino y yo. Lo primero que tuve claro es que para sacar
algo así adelante hay que saber relacionarse.
M: Es fundamental en este mundillo el relacionarse, conocerse, ir
a ver…
R: Sí. A veces nos da mucho miedo aproximarnos a gente porque
creemos que nos van a decir que no o
porque les vamos a molestar y a veces un “hola, ¿qué tal?” es suficiente. La
gente es muchísimo más accesible de lo que parece en cuanto te quitas esos
miedos. Es más, la gente quiere que hables con ella. Manteniendo la educación todo
es posible.
M: ¿Cómo os conocisteis Alejandro Jassán, el director, y tú?
A: Nos conocimos hace ocho años. Él hacía trabajos eventuales en
orquestas, igual que yo, y mi pareja le conocía de eso precisamente. Un día me
le presentó sin más y a los dos años volvimos a coincidir en un proyecto que él
dirigía. No le conocía como tal, aunque sabía que estudiaba Dirección. Nos
caímos muy bien. Fuimos trabajando muy eventualmente, igual una vez al año.
Hasta que un día hicimos una producción en formato de cámara de La Flauta Mágica, de Mozart. Él dirigía
y yo era el concertino. Vimos que todo encajaba, no sólo que nos cayéramos
bien. Al año siguiente él empezó a dirigir la Orquesta Sinfónica de Chamartín,
que estaba en un proceso interno de reestructuración total; la rehicieron
completamente, y él me llamó para ser el concertino. Ahí es cuando empezamos a
colaborar de forma regular, casi todos lo días nos veíamos y hablábamos de
música y proyectos para cubrir un poco el tema personal que nos falta a nivel
trabajo y a nivel laboral. Queríamos encontrar las piezas con las que
estuviéramos a gusto trabajando y empezar a funcionar. Ése fue el momento.
Luego fue un año de ensayos hasta dar nuestro concierto de presentación. Ahora
mismo el proyecto está reformulándose porque Alejandro está estudiando en
París, vive allí. Su mujer, que es soprano trabaja habitualmente en Francia. Lo
que hacíamos antes de quedar todas las semanas para ensayar ahora lo vamos a
hacer por proyectos. La relación con él es muy buena.
M: La relación director-concertino es clave.
A: Su relación con todo el mundo es muy buena. Es una persona muy
afable, que además no ve el posible “lado oscuro” de las situaciones. Es muy
optimista, es trabajador, con lo cual se lleva muy bien con todo el mundo. Las cosas
que quiere sabe pedirlas, por lo que trabajar con él es un placer.
M: Entonces vosotros visteis que teníais unas necesidades no
cubiertas.
A: Por la parte de la gente del grupo y también por el trabajo en
Madrid. Estamos hablando de la capital de España, donde no hay una orquesta de
cuerdas estable.
M: Echabais quizás de menos un proyecto sólido de ese estilo.
A: Bueno, ojalá podamos hablar en el futuro de que es sólido, pero
a priori es ponerlo en marcha. Saber si cuaja y que podamos decir en 10 años
que fue bueno empezar. Por desgracia, hay muchos proyectos que por el camino
nacen y mueren y esperamos que no sea éste el caso.
M: ¿Cómo es el emprender un proyecto cultural, y más de música
clásica, en plena crisis? ¿Os dicen que estáis locos?
A: No.
R: Dice “no” mientras asiente (risas).
A: Yo lo veo así: hay un mundo cultural y un submundo cultural.
Una diferencia básica entre ellos es tocar o dar clases, que aunque también es
mundo cultural esto último, no refleja tanto nuestro lado artístico. Ese lado
de representar, hacer funciones, tocar, hacer música en definitiva, tiene su
submundo cultural. La gente que trabajamos aquí hemos tenido poco acceso al
mundo cultural. A lo que estamos acostumbrados en Madrid (que tiene mucho
submundo cultural) es a hacer casi cualquier tipo de trabajo en cualquier
condición. Igual un cantante de ópera que canta de solista al aire libre para
él es algo de mundo cultural. Pero toda la orquesta, coro y producción que se
mueve para ello es lo que llamo submundo cultural que no aparece en los medios,
no existe. O ir a tocar a la plaza de un pueblo perdido, eso es como que no
existiera. Está mal el mundo cultural, pero lo está peor el submundo. En esas
condiciones en las que cada vez nos pagan menos, nos ofrecen peor calidad de
trabajo pero exigen más (porque la gente que está saliendo está bien
preparada), llega un momento en el que dices: ¿sigo intentando sobrevivir y amargándome
un poquito cada día o intento hacer algo que me dé ilusión? Con Alejandro y
conmigo surgió de esa forma. Igual una vez al mes hacíamos algo con ilusión,
pero otras diez en las que no. Básicamente era encontrar algo que hiciera de
motor. Tanto él como yo estábamos muy cansados de hacer memoria y ver que en un
año sólo habíamos sacado tres cosas en un año de las que queríamos. Así
estábamos todos los que formamos esto. Tanto Alejandro como yo colaborábamos en
ese mundo cultural pero no teníamos una presencia firme en absoluto. Era y
sigue siendo a medias una locura, pero lo que te hace cometerla es seguir
identificado con tu profesión.
M: Pura dignidad artística.
A: En parte sí.
R: He leído mucho sobre el fenómeno de nuevas orquestas, y de lo
que quizás debería ser la orquesta del
futuro, más basada en una autogestión de los músicos que en una relación tan
jerarquizada como antes. ¿Cómo se posiciona vuestro proyecto en esto?
A: Inicialmente había que sacarlo adelante. Fuimos tres personas
las que decidimos apostar por el proyecto. Después se unió una más que
necesitábamos para hacer la asociación porque una de las iniciales no sabía qué
grado de implicación podría tener en el proyecto. Así que fuimos cuatro los que
comenzamos y a partir de ahí fuimos sumando. Es decir, llamar gente y
proponerles participar sin más. Con el paso del tiempo hemos visto que no es
igual la energía en la gente si consideran el proyecto propio o ajeno. Algunos
decidieron sumarse y a otros hubo que motivarles para ello. Ahora mismo es un
proyecto de autogestión. Hicimos una comisión artística, otra de trabajo, otra
para valorar situaciones como buscar sala de ensayo, conciertos, etc.
R: Es decir, una orquesta “políticamente asamblearia”.
A: Digamos un núcleo de seis u ocho personas que nos repartíamos
el trabajo y hacíamos partícipes a los demás. Entre todos es más fácil.
M: ¿Cuántos sois en total?
A: Es plantilla variable según proyecto y la fecha. La plantilla
base es de 15 músicos.
R: ¿Siempre sólo cuerda, nunca añadís nada especial?
A: La cuerda es la base de la orquesta. Hemos trabajado con
vientos en un concierto en Getafe, por ejemplo. Es decir, sabiendo que nuestro
objetivo es trabajar el repertorio de cuerda, no estamos cerrados a
colaboraciones con grupos de vientos o con cantantes, o con solistas.
M: Explícanos, por favor, el nombre del proyecto: Contempoclásico.
A: Es la posibilidad de jugar con algo contemporáneo y clásico.
Ambas palabras por sí mismas producen tanto atracción como rechazo. Así, buscábamos
que hubiera gente que pudiera acomodarse tanto a una cosa como a la otra. Y a
la vez, me interesaba destacar “con-tempo-clásico”. Yo casi puedo decir que soy
de otra época en cuanto a gustos musicales, de formación lenta (quiero decir a
fuego lento, no que me cueste aprender) (risas).
Llevo siendo melómano desde los 16 años. No todos los músicos pueden decir eso.
No quiero ponerme en un lugar más o menos que nadie, pero la formación que yo
he tenido de escuchar muchísima música, sí que creo que me da un poso de saber
hacer las cosas o por lo menos buscarlas. Muchos proyectos que empiezan ahora
no tienen esa base por tocar notas. A mí me interesa buscar la magia porque
estoy convencido de que la música tiene magia. Para mí es un disfrute y tengo esa
suerte.
M: ¿Siempre tuviste desde joven que ibas a ser músico?
A: A los 18 totalmente. A los 15 fue mi “boom”. Tuve la suerte de
tener profesores que no sólo me animaban con el violín sino que me hacían
escuchar música. Supongo que eso también parte de un alumno. Si éste está
interesado, el profesor le interesa aún más. En mi caso era llegar a clase como
loco contando la pieza y el compositor que había oído y conseguir
recomendaciones para escuchar cosas nuevas o a veces llegaba maravillado, por
ejemplo, con Brahms y entonces me hacían escuchar Rachmaninov. Muchas veces
eran autores de lo que no sabía ni que existían. Llegar a casa, escuchar música
de esos autores, leer sus biografías, saber qué obras tenían, tener acceso a
libros que me explicaran lo que estaba escuchando… para mí fue una revelación.
M: Al hilo de esto, ¿cuál es tu opinión sobre la educación que se
imparte en España? No me refiero a los planes oficiales del ministerio sino en
conservatorios y escuelas.
A: No tengo una opinión fiable porque llevo once años en escuelas,
unas veces municipales y otras en privadas. Mi visión es muy reducida de lo que
es la base. Sé que se hacen cosas muy bien en algunos sitios, tanto a nivel
público como privado, pero no vivo dentro de esa situación. Terminé los
estudios en 2002 y llevo 12 años alejado de lo que es el día a día en un centro
de enseñanza.
M: Pero cuando trabajas con gente que acaba de terminar de
estudiar aquí, ¿cómo les ves? ¿Crees que están preparados? ¿Estamos al nivel
europeo?
A: A medias. Si había una diferencia brutal hace 20 años (aquí el
que terminaba Superior tenía que irse a fuera a hacer otro Superior, es decir,
después de diez años de carrera te tenías que ir al extranjero a hacer otros
dos, tres o cuatro años más, eso era lo normal para decir: estoy preparado),
ahora no. Haces 14 años de carrera aquí y lo mismo te vas para hacer dos cursos
de máster, postgrado, perfeccionamiento y estar más o menos al nivel europeo.
Pero lo que más ha cambiado ha sido la mentalidad: en los años 80-90 tuvimos un
boom de creación de orquestas y aquí no había gente preparada así que trajeron
mucha gente extranjera para cubrir esas plazas de orquesta que abrieron por
completo la mentalidad. Tanto a nivel de orquestas estables como ese submundo
cultural al que hacía referencia antes, es decir, lo que llamamos “bolo”. Aquí
te podías maravillar por la forma de tocar con uno de cada 10. De pronto te
venían de Europa del Este y todos eran espectaculares. Fue abrir mentes y
ponerse las pilas. Hizo que los jóvenes no tuvieran la referencia de un nivel
bastante bajo.
R: El nivel de profesionalidad aumentó notablemente.
A: Sí, sobre todo a nivel técnico. Ahora me estoy encontrando
muchos jóvenes que salen muy preparados en conocimientos a nivel técnico y sin
embargo no lo están a nivel laboral. Te encuentras gente irresponsable, que no
sabe o no le interesa trabajar en grupo, o que si no hay tal cantidad por medio
no le interesa… Hasta cierto punto es lógico. Yo llevo viviendo por mi cuenta
desde los 18 años. Para mí es impensable rechazar un trabajo. Es decir, si
tengo posibilidad de hacerlo debo hacerlo porque hay meses que no llego
económicamente. Esa situación hay muchísimos jóvenes que no la conocen ni
quieren conocerla. Digamos que a nivel laboral hay muchas separaciones. Están
saliendo muchos jóvenes bien preparados y el mundo cultural no tiene sitio para
ellos. ¡Pero es que el submundo cultural tampoco!
M: ¿Cuál es la situación?
A: Para mucho es no empezar, seguir en casa de los padres hasta
que salga algo. No critico seguir hasta los 30 sin salir de casa pero a nivel
profesional no hay una formación de disciplina.
R: ¿Pero crees que es un problema sólo del mundo musical? Yo lo
veo en todos los sectores. Cuando hablamos de por qué en estas épocas tan
difíciles ha habido tan poca creación de empresa, tan poca gente que se lanza
por su cuenta. Porque para estar esclavizado en un trabajo cualquiera mejor me
esclavizo a mí mismo en algo que me gusta o en lo que creo.
M: Aquí nos cuesta tener esa cultura del emprendimiento.
A: Yo no lo conozco…
R: Es algo que desde el colegio no se fomenta, esa individualidad
y dar el salto a defender tu vida y crear algo para ti.
A: Una de las cosas que nos motivó a poner este proyecto en marcha
(que llevábamos un año intentándolo pero no nos lanzábamos) es que empezaron a
surgir orquestas con jóvenes de nueva formación. Era el momento. No todas
tenían la misma aspiración, pero las había con aspiraciones altas y calidad.
Teníamos la sensación de que era el momento porque o bien la gente se mete en
otros proyecto o nosotros mismos íbamos a ver que nuestro mercado y nuestra
zona de actuación se nos reduciría. Al final, con el paso del tiempo, ves que
lo que era un proyecto que empezaba con dos o tres conciertos en tres meses se
ha quedado con esa cantidad pero al año porque no es tan importante como
parecía. Salen muchísimos jóvenes cada año y no saben dónde colocarse.
R: Que yo sepa en los últimos años sólo en Madrid han nacido tres
o cuatro orquestas nuevas: la Barbieri, la Opus 23, la Verum, la de Getafe…
A: Por ejemplo, la Orquesta Verum empezó siendo una orquesta de
“bolos” en Tomelloso (Ciudad Real). Yo participaba con ellos. Cada dos o tres
meses había un concierto. Dos fines de semana antes te llamaban para ir a
tocar. Llegabas cansado, volvías a Madrid y regresabas al día siguiente más
cansado todavía… En un ambiente no del todo bueno de ese submundo. Esa orquesta
la rescató Miguel Romea, que es clarinetista, pero que hace mucho que se dedica
a dirigir bandas y orquestas. Muy buen director, muy buen músicos. Trabajé con
él a nivel compañero cuando yo era aún estudiante. Él lo hizo todo de otra
forma: agrupó los ensayos, cogió gente joven (no del submundo cultural) de la
zona de La Mancha, Andalucía y algunos de Madrid, pero que pudieran permitirse
estar tres días seguidos allí, descansados, más frescos, aceptando ideas
nuevas… Muchas veces cuando llevas 20 años en el submundo cultural tus ideas
propias hacen frenas las ideas del que tienes delante y el trabajo no es
siempre positivo. ¿Qué pasó? Que la Orquesta Verum, que era del submundo
cultural, la ha puesto en el mundo cultural. Ahora tienen trabajos en Madrid.
He vuelto a colaborar con ellos recientemente y no tienen nada que ver. Eso es
una alegría inmensa, ver que se puede trabajar bien.
M: Entonces, ¿hacia dónde va el futuro de las orquestas privadas o
independientes? ¿Tienen futuro?
A: No lo sé, porque si no hay subvención o contrato público por
medio es muy difícil sacar dinero. Es decir, a veces tienes un apoyo que hace
que vayas funcionando y que el patrocinio privado o contratos privados salgan.
Pero no es habitual. He trabajado con algunos de estos proyectos privados, que
te proponen una cantidad económica por una colaboración es baja. Sabes lo que
es, que acaba de empezar, al que das margen y que por la ilusión de los que
están lo haces. Por ejemplo, la Verum ha tenido contratos de la Comunidad de
Madrid y lo que ofrece es el triple de lo que dan otros proyectos de este tipo.
Para estar bien pagado el músico, si no hay dinero público por medio u otra
estructura que hace que lo privado también saque el dinero, mal asunto. Yo soy
de la opinión de que la cultura debe tener una base pública. Obviamente hay que
buscar otros resorte, otros mecanismos. Igual que la base de la educación es
pública (que no estoy en contra del que quiere estudiar de forma privada),
igual que en la medicina, pues lo mismo debe suceder en la cultural. Hay gente
que por desgracia confunde la cultura con entretenimiento. La cuestión es la
visión que se tiene. Para mí esa es la diferencia básica.
M: Antes hablabas de cómo se reduce el número de bolos anuales en
las orquestas. ¿Crees que también puede deberse a una reducción de demanda (en
cuanto a público)?
A: Si tú publicitas, la gente se interesa. Si además de
publicitar, pones precios bajos, la gente se interesa y acude. Si publicitas y
pones precios bajos la gente se interesa y no acude. Si no publicitas y tienes
precios altos no tienes nada. Todo está en relación. Para mí el problema básico
es diferenciar entre cultura y ocio. Muchas veces el ocio crea cultura. Es un
trasvase.
R: Moviéndonos a cosas más placenteras, este fin de semana
Contempoclásico viene al Festival Internacional de Música Villa de Medinaceli
con dos formatos diferentes, probablemente por buscar la flexibilidad de la
orquesta y buscar opciones diferentes. El sábado con tres pequeñas agrupaciones
de cámara y el domingo con la orquesta al completo. Explícanos un poquito cada
una de las versiones y el programa que vais a tocar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario