viernes, 18 de julio de 2014

Entrevistamos a Arturo Calderón, Concertino del Proyecto Contempoclásico



CONVERSACIÓN ENTRE ARTURO CALDERÓN, CONCERTINO DEL PROYECTO CONTEMPOCLÁSICO; RUBÉN YESSAYAN, DIRECTOR ARTÍSTICO DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA VILLA DE MEDINACELI, Y MARÍA SENDINO, PERIODISTA

Miércoles 16 de julio de 2014



(R=Rubén Yessayan; A= Arturo Calderón; M=María Sendino)




M: Arturo, háblanos un poco de vuestro Proyecto Contempoclásico.

A: Este grupo lo ideamos Alejandro Jassan, director de orquesta argentino y yo. Lo primero que tuve claro es que para sacar algo así adelante hay que saber relacionarse.

M: Es fundamental en este mundillo el relacionarse, conocerse, ir a ver…

R: Sí. A veces nos da mucho miedo aproximarnos a gente porque creemos que nos van a  decir que no o porque les vamos a molestar y a veces un “hola, ¿qué tal?” es suficiente. La gente es muchísimo más accesible de lo que parece en cuanto te quitas esos miedos. Es más, la gente quiere que hables con ella. Manteniendo la educación todo es posible.

M: ¿Cómo os conocisteis Alejandro Jassán, el director, y tú?

A: Nos conocimos hace ocho años. Él hacía trabajos eventuales en orquestas, igual que yo, y mi pareja le conocía de eso precisamente. Un día me le presentó sin más y a los dos años volvimos a coincidir en un proyecto que él dirigía. No le conocía como tal, aunque sabía que estudiaba Dirección. Nos caímos muy bien. Fuimos trabajando muy eventualmente, igual una vez al año. Hasta que un día hicimos una producción en formato de cámara de La Flauta Mágica, de Mozart. Él dirigía y yo era el concertino. Vimos que todo encajaba, no sólo que nos cayéramos bien. Al año siguiente él empezó a dirigir la Orquesta Sinfónica de Chamartín, que estaba en un proceso interno de reestructuración total; la rehicieron completamente, y él me llamó para ser el concertino. Ahí es cuando empezamos a colaborar de forma regular, casi todos lo días nos veíamos y hablábamos de música y proyectos para cubrir un poco el tema personal que nos falta a nivel trabajo y a nivel laboral. Queríamos encontrar las piezas con las que estuviéramos a gusto trabajando y empezar a funcionar. Ése fue el momento. Luego fue un año de ensayos hasta dar nuestro concierto de presentación. Ahora mismo el proyecto está reformulándose porque Alejandro está estudiando en París, vive allí. Su mujer, que es soprano trabaja habitualmente en Francia. Lo que hacíamos antes de quedar todas las semanas para ensayar ahora lo vamos a hacer por proyectos. La relación con él es muy buena.

M: La relación director-concertino es clave.

A: Su relación con todo el mundo es muy buena. Es una persona muy afable, que además no ve el posible “lado oscuro” de las situaciones. Es muy optimista, es trabajador, con lo cual se lleva muy bien con todo el mundo. Las cosas que quiere sabe pedirlas, por lo que trabajar con él es un placer.

M: Entonces vosotros visteis que teníais unas necesidades no cubiertas.

A: Por la parte de la gente del grupo y también por el trabajo en Madrid. Estamos hablando de la capital de España, donde no hay una orquesta de cuerdas estable.



M: Echabais quizás de menos un proyecto sólido de ese estilo.

A: Bueno, ojalá podamos hablar en el futuro de que es sólido, pero a priori es ponerlo en marcha. Saber si cuaja y que podamos decir en 10 años que fue bueno empezar. Por desgracia, hay muchos proyectos que por el camino nacen y mueren y esperamos que no sea éste el caso.

M: ¿Cómo es el emprender un proyecto cultural, y más de música clásica, en plena crisis? ¿Os dicen que estáis locos?

A: No.

R: Dice “no” mientras asiente (risas).

A: Yo lo veo así: hay un mundo cultural y un submundo cultural. Una diferencia básica entre ellos es tocar o dar clases, que aunque también es mundo cultural esto último, no refleja tanto nuestro lado artístico. Ese lado de representar, hacer funciones, tocar, hacer música en definitiva, tiene su submundo cultural. La gente que trabajamos aquí hemos tenido poco acceso al mundo cultural. A lo que estamos acostumbrados en Madrid (que tiene mucho submundo cultural) es a hacer casi cualquier tipo de trabajo en cualquier condición. Igual un cantante de ópera que canta de solista al aire libre para él es algo de mundo cultural. Pero toda la orquesta, coro y producción que se mueve para ello es lo que llamo submundo cultural que no aparece en los medios, no existe. O ir a tocar a la plaza de un pueblo perdido, eso es como que no existiera. Está mal el mundo cultural, pero lo está peor el submundo. En esas condiciones en las que cada vez nos pagan menos, nos ofrecen peor calidad de trabajo pero exigen más (porque la gente que está saliendo está bien preparada), llega un momento en el que dices: ¿sigo intentando sobrevivir y amargándome un poquito cada día o intento hacer algo que me dé ilusión? Con Alejandro y conmigo surgió de esa forma. Igual una vez al mes hacíamos algo con ilusión, pero otras diez en las que no. Básicamente era encontrar algo que hiciera de motor. Tanto él como yo estábamos muy cansados de hacer memoria y ver que en un año sólo habíamos sacado tres cosas en un año de las que queríamos. Así estábamos todos los que formamos esto. Tanto Alejandro como yo colaborábamos en ese mundo cultural pero no teníamos una presencia firme en absoluto. Era y sigue siendo a medias una locura, pero lo que te hace cometerla es seguir identificado con tu profesión.

M: Pura dignidad artística.

A: En parte sí.

R: He leído mucho sobre el fenómeno de nuevas orquestas, y de lo que quizás  debería ser la orquesta del futuro, más basada en una autogestión de los músicos que en una relación tan jerarquizada como antes. ¿Cómo se posiciona vuestro proyecto en esto?

A: Inicialmente había que sacarlo adelante. Fuimos tres personas las que decidimos apostar por el proyecto. Después se unió una más que necesitábamos para hacer la asociación porque una de las iniciales no sabía qué grado de implicación podría tener en el proyecto. Así que fuimos cuatro los que comenzamos y a partir de ahí fuimos sumando. Es decir, llamar gente y proponerles participar sin más. Con el paso del tiempo hemos visto que no es igual la energía en la gente si consideran el proyecto propio o ajeno. Algunos decidieron sumarse y a otros hubo que motivarles para ello. Ahora mismo es un proyecto de autogestión. Hicimos una comisión artística, otra de trabajo, otra para valorar situaciones como buscar sala de ensayo, conciertos, etc.

R: Es decir, una orquesta “políticamente asamblearia”.

A: Digamos un núcleo de seis u ocho personas que nos repartíamos el trabajo y hacíamos partícipes a los demás. Entre todos es más fácil.

M: ¿Cuántos sois en total?

A: Es plantilla variable según proyecto y la fecha. La plantilla base es de 15 músicos.

R: ¿Siempre sólo cuerda, nunca añadís nada especial?

A: La cuerda es la base de la orquesta. Hemos trabajado con vientos en un concierto en Getafe, por ejemplo. Es decir, sabiendo que nuestro objetivo es trabajar el repertorio de cuerda, no estamos cerrados a colaboraciones con grupos de vientos o con cantantes, o con solistas.


M: Explícanos, por favor, el nombre del proyecto: Contempoclásico.

A: Es la posibilidad de jugar con algo contemporáneo y clásico. Ambas palabras por sí mismas producen tanto atracción como rechazo. Así, buscábamos que hubiera gente que pudiera acomodarse tanto a una cosa como a la otra. Y a la vez, me interesaba destacar “con-tempo-clásico”. Yo casi puedo decir que soy de otra época en cuanto a gustos musicales, de formación lenta (quiero decir a fuego lento, no que me cueste aprender) (risas). Llevo siendo melómano desde los 16 años. No todos los músicos pueden decir eso. No quiero ponerme en un lugar más o menos que nadie, pero la formación que yo he tenido de escuchar muchísima música, sí que creo que me da un poso de saber hacer las cosas o por lo menos buscarlas. Muchos proyectos que empiezan ahora no tienen esa base por tocar notas. A mí me interesa buscar la magia porque estoy convencido de que la música tiene magia. Para mí es un disfrute y tengo esa suerte.

M: ¿Siempre tuviste desde joven que ibas a ser músico?

A: A los 18 totalmente. A los 15 fue mi “boom”. Tuve la suerte de tener profesores que no sólo me animaban con el violín sino que me hacían escuchar música. Supongo que eso también parte de un alumno. Si éste está interesado, el profesor le interesa aún más. En mi caso era llegar a clase como loco contando la pieza y el compositor que había oído y conseguir recomendaciones para escuchar cosas nuevas o a veces llegaba maravillado, por ejemplo, con Brahms y entonces me hacían escuchar Rachmaninov. Muchas veces eran autores de lo que no sabía ni que existían. Llegar a casa, escuchar música de esos autores, leer sus biografías, saber qué obras tenían, tener acceso a libros que me explicaran lo que estaba escuchando… para mí fue una revelación.

M: Al hilo de esto, ¿cuál es tu opinión sobre la educación que se imparte en España? No me refiero a los planes oficiales del ministerio sino en conservatorios y escuelas.

A: No tengo una opinión fiable porque llevo once años en escuelas, unas veces municipales y otras en privadas. Mi visión es muy reducida de lo que es la base. Sé que se hacen cosas muy bien en algunos sitios, tanto a nivel público como privado, pero no vivo dentro de esa situación. Terminé los estudios en 2002 y llevo 12 años alejado de lo que es el día a día en un centro de enseñanza.

M: Pero cuando trabajas con gente que acaba de terminar de estudiar aquí, ¿cómo les ves? ¿Crees que están preparados? ¿Estamos al nivel europeo?

A: A medias. Si había una diferencia brutal hace 20 años (aquí el que terminaba Superior tenía que irse a fuera a hacer otro Superior, es decir, después de diez años de carrera te tenías que ir al extranjero a hacer otros dos, tres o cuatro años más, eso era lo normal para decir: estoy preparado), ahora no. Haces 14 años de carrera aquí y lo mismo te vas para hacer dos cursos de máster, postgrado, perfeccionamiento y estar más o menos al nivel europeo. Pero lo que más ha cambiado ha sido la mentalidad: en los años 80-90 tuvimos un boom de creación de orquestas y aquí no había gente preparada así que trajeron mucha gente extranjera para cubrir esas plazas de orquesta que abrieron por completo la mentalidad. Tanto a nivel de orquestas estables como ese submundo cultural al que hacía referencia antes, es decir, lo que llamamos “bolo”. Aquí te podías maravillar por la forma de tocar con uno de cada 10. De pronto te venían de Europa del Este y todos eran espectaculares. Fue abrir mentes y ponerse las pilas. Hizo que los jóvenes no tuvieran la referencia de un nivel bastante bajo.

R: El nivel de profesionalidad aumentó notablemente.

A: Sí, sobre todo a nivel técnico. Ahora me estoy encontrando muchos jóvenes que salen muy preparados en conocimientos a nivel técnico y sin embargo no lo están a nivel laboral. Te encuentras gente irresponsable, que no sabe o no le interesa trabajar en grupo, o que si no hay tal cantidad por medio no le interesa… Hasta cierto punto es lógico. Yo llevo viviendo por mi cuenta desde los 18 años. Para mí es impensable rechazar un trabajo. Es decir, si tengo posibilidad de hacerlo debo hacerlo porque hay meses que no llego económicamente. Esa situación hay muchísimos jóvenes que no la conocen ni quieren conocerla. Digamos que a nivel laboral hay muchas separaciones. Están saliendo muchos jóvenes bien preparados y el mundo cultural no tiene sitio para ellos. ¡Pero es que el submundo cultural tampoco!

M: ¿Cuál es la situación?

A: Para mucho es no empezar, seguir en casa de los padres hasta que salga algo. No critico seguir hasta los 30 sin salir de casa pero a nivel profesional no hay una formación de disciplina.

R: ¿Pero crees que es un problema sólo del mundo musical? Yo lo veo en todos los sectores. Cuando hablamos de por qué en estas épocas tan difíciles ha habido tan poca creación de empresa, tan poca gente que se lanza por su cuenta. Porque para estar esclavizado en un trabajo cualquiera mejor me esclavizo a mí mismo en algo que me gusta o en lo que creo.

M: Aquí nos cuesta tener esa cultura del emprendimiento.

A: Yo no lo conozco…

R: Es algo que desde el colegio no se fomenta, esa individualidad y dar el salto a defender tu vida y crear algo para ti.

A: Una de las cosas que nos motivó a poner este proyecto en marcha (que llevábamos un año intentándolo pero no nos lanzábamos) es que empezaron a surgir orquestas con jóvenes de nueva formación. Era el momento. No todas tenían la misma aspiración, pero las había con aspiraciones altas y calidad. Teníamos la sensación de que era el momento porque o bien la gente se mete en otros proyecto o nosotros mismos íbamos a ver que nuestro mercado y nuestra zona de actuación se nos reduciría. Al final, con el paso del tiempo, ves que lo que era un proyecto que empezaba con dos o tres conciertos en tres meses se ha quedado con esa cantidad pero al año porque no es tan importante como parecía. Salen muchísimos jóvenes cada año y no saben dónde colocarse.

R: Que yo sepa en los últimos años sólo en Madrid han nacido tres o cuatro orquestas nuevas: la Barbieri, la Opus 23, la Verum, la de Getafe…

A: Por ejemplo, la Orquesta Verum empezó siendo una orquesta de “bolos” en Tomelloso (Ciudad Real). Yo participaba con ellos. Cada dos o tres meses había un concierto. Dos fines de semana antes te llamaban para ir a tocar. Llegabas cansado, volvías a Madrid y regresabas al día siguiente más cansado todavía… En un ambiente no del todo bueno de ese submundo. Esa orquesta la rescató Miguel Romea, que es clarinetista, pero que hace mucho que se dedica a dirigir bandas y orquestas. Muy buen director, muy buen músicos. Trabajé con él a nivel compañero cuando yo era aún estudiante. Él lo hizo todo de otra forma: agrupó los ensayos, cogió gente joven (no del submundo cultural) de la zona de La Mancha, Andalucía y algunos de Madrid, pero que pudieran permitirse estar tres días seguidos allí, descansados, más frescos, aceptando ideas nuevas… Muchas veces cuando llevas 20 años en el submundo cultural tus ideas propias hacen frenas las ideas del que tienes delante y el trabajo no es siempre positivo. ¿Qué pasó? Que la Orquesta Verum, que era del submundo cultural, la ha puesto en el mundo cultural. Ahora tienen trabajos en Madrid. He vuelto a colaborar con ellos recientemente y no tienen nada que ver. Eso es una alegría inmensa, ver que se puede trabajar bien.


M: Entonces, ¿hacia dónde va el futuro de las orquestas privadas o independientes? ¿Tienen futuro?

A: No lo sé, porque si no hay subvención o contrato público por medio es muy difícil sacar dinero. Es decir, a veces tienes un apoyo que hace que vayas funcionando y que el patrocinio privado o contratos privados salgan. Pero no es habitual. He trabajado con algunos de estos proyectos privados, que te proponen una cantidad económica por una colaboración es baja. Sabes lo que es, que acaba de empezar, al que das margen y que por la ilusión de los que están lo haces. Por ejemplo, la Verum ha tenido contratos de la Comunidad de Madrid y lo que ofrece es el triple de lo que dan otros proyectos de este tipo. Para estar bien pagado el músico, si no hay dinero público por medio u otra estructura que hace que lo privado también saque el dinero, mal asunto. Yo soy de la opinión de que la cultura debe tener una base pública. Obviamente hay que buscar otros resorte, otros mecanismos. Igual que la base de la educación es pública (que no estoy en contra del que quiere estudiar de forma privada), igual que en la medicina, pues lo mismo debe suceder en la cultural. Hay gente que por desgracia confunde la cultura con entretenimiento. La cuestión es la visión que se tiene. Para mí esa es la diferencia básica.

M: Antes hablabas de cómo se reduce el número de bolos anuales en las orquestas. ¿Crees que también puede deberse a una reducción de demanda (en cuanto a público)?

A: Si tú publicitas, la gente se interesa. Si además de publicitar, pones precios bajos, la gente se interesa y acude. Si publicitas y pones precios bajos la gente se interesa y no acude. Si no publicitas y tienes precios altos no tienes nada. Todo está en relación. Para mí el problema básico es diferenciar entre cultura y ocio. Muchas veces el ocio crea cultura. Es un trasvase.

R: Moviéndonos a cosas más placenteras, este fin de semana Contempoclásico viene al Festival Internacional de Música Villa de Medinaceli con dos formatos diferentes, probablemente por buscar la flexibilidad de la orquesta y buscar opciones diferentes. El sábado con tres pequeñas agrupaciones de cámara y el domingo con la orquesta al completo. Explícanos un poquito cada una de las versiones y el programa que vais a tocar.

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